SOS

Publicado el 02 de noviembre de 2025 | Por J.C. Sobrepere | 65 visitas
Resumen: Incidente misterioso al catalogar una señal SOS emitida desde la Tierra hacia algún confín en el espacio.

La nave sufrió una avería en el rotor anti gravitacional, lo que me obligó a tomar los mandos. Todo fue inútil, el sistema de aterrizaje forzoso arrojó su luz roja parpadeante, acompañada de una voz programada, impersonal. Al menos me dio tiempo a posarme sobre un lugar poco frecuentado por unidades de carbono, en el planeta azul, que señalaba la trayectoria en el cuadrante alfa. La Tierra la llamaban los lugareños. Nivel de desarrollo crítico, un montón de anomalías deambulando en una esfera cada vez menos habitable.

Las normas de la FUP (Federación Unificada de Planetas) eran taxativas. Bajo ningún concepto influir en el transcurso de los acontecimientos del planeta. Aún quedaban dos siglos de desarrollo hasta poder definir una categoría de aceptabilidad y un futuro acceso de este globo a la propia federación. No obstante y a pesar de la invisibilidad de mi traje y del sistema de camuflaje virtual, aquella unidad de carbono se quedó quieta sintiendo mi presencia, según las lecturas que me llegaban al lector de frecuencias orgánicas. Aquel ser humano, me llamó por mi nombre, a lo que respondí en función de mi ecualizador de idiolectos, con un rotundo sí. El humano insistía en que yo no provenía de ningún lugar, y que estaba equivocado.

Dos humanos me acompañaron a una habitación y me ataron de pies y manos, tras haberme puesto una inyección de algún tipo de sustancia sedante. Desconozco el tiempo que permanecí inconsciente. Pudo ser unas horas o varios días, el caso, es que desperté a un pasillo, donde varias unidades de carbono, me miraban y algunos reían, supongo que jamás habían visto a un extraterrestre. Resultaba extraño, pues aquella situación me pareció familiar. Fue en mis viajes por la Galaxia, al encontrarme cara a cara con otras facciones y entes más evolucionados, sin duda contemplarme era un espectáculo muy poco habitual para un simple humano.

Mi interlocutor me sonrió con cierta condescendencia y clavó su mirada en mí. Varios papeles y una firma. Firmé todo, con tal de seguirles el juego, y respondí a sus preguntas, asintiendo sin pensármelo. Mi ecualizador empático detectó cierto grado de confianza en aquel humano, pero después de explicarle que ya me encontraba bien y que por supuesto no era ningún extraterrestre me dejo marchar, atravesé el umbral de salida, y unas unidades de carbono, que aseguraban ser mis padres, me invitaron a subir a un vehículo, entre besos y abrazos persistentes. Era claro que mi estrategia debía ser escapar a la mínima oportunidad, y mandar una señal encriptada de SOS por un canal especial al comando de  la flota estelar, para ser rescatado de aquellos entes humanos que sin duda me confundían con uno de ellos.

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